jueves, 19 de agosto de 2010

Fuga y Toccata


"Despierta Enrique... Suavemente. Aquí puedes soñar con los ojos abiertos. Nadie va a hacerte daño, no ahora.

Porque todo cuanto aquí encuentres no es sino parte de tus otros paraísos, tu reflejo en un espejo que tan sólo sabe mostrar el lenguaje de los sueños con los que te has alimentado en secreto, casi a oscuras, durante todo este tiempo. Noche tras noche, silencio tras silencio, como en un susurro casi imperceptible y delicadamente lento, o como este piano que ahora llora para ti, ¿puedes escucharlo? Muchos no podrían.

Por que no pueden entender esa parte de ti que parece haber nacido hace siglos y no te deja olvidar las delicias de lo que veías cuando apenas levantabas unos palmos del suelo. No podrían entender por que juegas como un niño antiguo con las sombras que proyectan las miradas ciegas que no te comprenden porque ya no saben jugar a reír en serio. Jugar con la belleza que aún habita en las cosas marchitas, dando vida a las sedas y el encaje, los polvos de arroz, los relojes de pared iluminando como lunas imposibles las galletas que te estiran y los licores que te encogen, o a los laberintos imposibles donde van a parar ciertas muñecas hechizadas de terciopelo dulce y porcelana asombrada. Y no es que no quieras crecer. Es que no has podido olvidar el trayecto.

Eso es todo, a pesar de todos. He aquí tu destino. Mostrar como se sueña con los ojos abiertos, a todo aquel que aun se atreva, a pesar del dolor de un mundo que le ha dejado dormido".

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