sábado, 25 de octubre de 2008

Vapor


De nuevo tu sonrisa, tus dientes tan blancos, tus ojos que también ríen ahora sólo para mi. No huyes más. Que cercana, como siempre quise tenerte. Puedo contarte las pecas finalmente. Tu cabello elevado por el viento, acaricia mi cara. El contraste de tus suaves manos con las mías, torpes y atolondradas. No esquivas mi mirada. Es una tarde perfecta; acaba de llover, hasta un arcoiris que sale digo que es para ti. Me abrazas y yo me siento el Rey. Una bandada de pajarillos danzan en el aire formando un corazón. Me aceptas un helado, dices que sólo uno, para comernoslo los dos.... ¡De no creerse! ¡Dios! la vida me sonríe. Un tren pasa frente nuestro. ¿Cómo? ¡Sin vías! De no creerse, su silbido suena identico... Que mi despertador.

El viejo sirviente


Sabias palabras que encontre en mis exploraciones literarias. Desde la adolescencia estas tres palabras vinieron a mi encuentro significando un hermoso hallazgo en aquellas tardes que practicamente me encerraba en la Biblioteca del Calvario leyendo libros. Literalmente me tenían que correr a la hora de cerrar. Eran los noventas, ni siquiera había Internet, no para un mortal como yo.


Años después, estas mismas sabias palabras y yo nos reencontramos en alguna historia de cierto libro que compre. Aquella vieja leyenda del Rey que consulta a un sabio pidiendole una frase para guardar debajo del diamante en su nuevo y hermoso anillo; sólo a través de las experiencias aprendió la esencia de las sabias palabras transmitidas por el más viejo sirviente del castillo.


Siempre están en mi mente; siempre desde que las experiencias me las han tatuado a fuego en el alma. Por ello, cuando estoy contento, gozando y sonriente, mi risa se detiene y el deleite ya no lo es tanto al evocar esas palabras "Esto también pasará". En los momentos de desesperación, cuando he tenido enfermos a mis padres hospitalizados, con mi frente apoyada en la cama, vienen a mi esas palabras "Esto también pasará". Al obtener un triunfo laboral o en cualquier otro ámbito, vienen a mi esas palabras: "Esto también pasará". Cuando sobrepaso a alguien en alguna meta, cuando me ganan a mi, cuando me burlo de alguien, cuando alguien se burla de mi, cuando lloro, cuando me hacen llorar, cuando traigo la cartera vacía, cuando la traigo llena, cuando estoy con alguien agradable, cuando soporto a alguien que no me agrada, cuando me felicitan, cuando felicito, cuando tengo hambre y sed, cuando las sacío; cuando escucho mi canción favorita, cuando discuto, cuando no me comprenden, cuando no comprendo, cuando hiero a alquien que amo, cuando quien me ama me hiere; vamos, hasta cuando se pincha un neumático las aplico "Esto también pasará". El objetivo es que vengan a mi automáticamente, que no sea necesario llamarlas. Así mis ímpetus no se desbocan tan facilmente.


Creo que el viejo sirviente del rey, aquel que le transmitió las sabias palabras, era en verdad el mistíco. El Sirviente está en nuestro interior esperando que acudamos a él y dejemos de lado al infalible equipo de "Sabios" conformado por títulos universitarios, una posición social, dinero en el banco, amigos falsos, logros engañosos, la vanidad, la ira, el deseo de figurar y ser estimado... Ilusiones vanas y pasajeras que al final también pasarán. Tú y yo también pasaremos. Lo único eterno es ese viejo sirviente, ese anciano druida, aparece en distintas historias y con diferentes nombres y vestimentas; pero es siempre el mismo.... ataviado de estrellas.

viernes, 24 de octubre de 2008

Aquí ando


Aquí estoy. No he tirado la toalla en cuanto a escribir en el blog. Pasa que a veces la inspiración lo abandona a uno. Y es normal que eso suceda, es hasta recomendable. Por lo pronto me encierro en el trabajo cotidiano, en el trabajo casero; pliego mis alas. Pero aquí estoy, sigo de pie. No es fácil moverse en un mundo de gente que no ama ni respeta la naturaleza. Hay que aprender a callarse la boca y guardar silencio, a no hacer daño y amar a pesar de las circunstancias. Intentar dejar el cigarro, y uno que otro vicio más.


Me paseo por las tiendas de libros, por plazas concurridas, por lugares atestados de personas. Y sólo veo indolencia, egoísmo, avaricia, envidia... ¿Sabías que el robo es la envidia llevada al extremo? Tanto robar lo material como plagiar una idea. Ya les llegará su turno. Una gripa me hace desistir de la idea de ser defensor de los débiles y desprotegidos. ¿Un superhéroe con pañuelos desechables? Claro que no.


La gente buena es la que más sufre. ¿Te das cuenta? ¿Y los malvados, los transas, los extorsionadores, los tramposos, los malaleche, los que pagan bien con mal, los barberos, los difamadores, los que se ocultan en el anonimato, los corruptos, los rateros, los cholos, los vagos, los estupidos abusones, los prepotentes, los narcos, los que golpean mujeres? ¿A esos que? ¿Y que me dices de los ladrones del alma? Esos imbeciles andan libres y dañando. ¿Quién paga los platos rotos?

¿En quién crees? ¿Que eres? Vale más amar la naturaleza de nuevo, como al inicio de los tiempos. Por ello asesinan tantos árboles y nadie hacemos nada.

viernes, 17 de octubre de 2008

Uno


Llega otro viernes. No fue fácil alcanzar el otro extremo de la semana. Las canciones se sucedieron sin poder quedarme con ninguna. No hay proyecto alguno en mis bolsillos. Las ideas que traía en mi pensamiento las desterre. Así que, también en blanco. Ya no espero. Es bueno no esperar. Si alguien viene a mi bienvenida. Es muy fácil aburrirse. Lo verdaderamente artesanal es saber que hacer en esos momentos donde nadie te necesita y tú no necesitas a nadie; aprender a pasarla bien uno solo. Reparar el tejado. Jugar con espejos, ponerlos cara a cara, pegados, haber si preñan al Tiempo. Salir a caminar, contar astros. Intentar dejar el cigarro, olvidando musas. Mirar viejos albumes fotográficos. ¡Que jóvenes eramos! ¿Donde se fueron nuestras sonrisas? Me hace falta un abrazo. Cien. El silencio hace la casa inmensa. Me vuelvo uno con ella.


Hay tantas personas a las que hay que pedir perdón. Esta noche de viernes pesa como una losa. Mi corazón se le hermana. Me vuelvo lento. Asumo mi rol fantasmagórico. Es bueno no acordarse de nadie. Y que nadie se acuerde de uno. Asi estoy en todo lo ignorado, en todo lo olvidado, en todo lo negado estoy. En esta noche sin Luna visible. Somos uno. No se siente tan mal después de todo. Uno debe aprender a borrarse de la vida de los demás, hacerse olvidar. Creo que nunca ame a nadie. Mi alma reclama algo bello, y lejano, pero que no sea de este mundo. ¿Me salvas? Bien.... esperaré. Mañana debo madrugar. Si te decides, ya sabes donde estoy....

jueves, 9 de octubre de 2008

Alta traición


No sé como pude permitirlo.
Siempre te creí mi aliado
y ahora resulta que no.
Te creí un tierno gatito,
y resultaste un fiero león.
Agazapado en mi pecho
Llevaste el control.
No te importo
arrastrarme al dolor.
Me metiste en problemas
cientos de veces;
en tu juego de ser el rey
termine siendo el bufón.
Eres imán para la desgracia.
Me llevabas con los ojos
vendados por el camino
de la perdición.
Las cicatrices te van bien,
ganadas las tienes.
Las mías son visibles;
las tuyas no.
No me hables.... Corazón.
Las riendas, ahora,
las llevo Yo.

martes, 7 de octubre de 2008

Eterno



Así me gustaría ser en ti,
infinito; para siempre.
Más allá de la vida... seguir a tu lado.
Arrancarte al tiempo. Que te quedes así.
Que me lleves como una segunda piel.
Como tu piercing, contigo siempre.
En tus cuerdas vocales que se quede
colgado mi nombre...
En tus parpados se quede
mi imagen tatuada.
No quiero atarte, no ahora...
no quiero encadenarte.
Te medire con mis labios...
Beberé de los tuyos.
Me hacía falta ser amado
delicadamente.
Que tu sudor lleve el sabor de estas lagrimas.
Que tus labios me extrañen.
Que tu cabellera no quiera
otras manos en ella.
Que se desespere tu corazón
si no me tienes cerca.
Que se queme tu ser
si no te consumes en mi.
Que quiero estrecharte tan fuerte
que te rompa en mil pedacitos;
lanzarte al viento convertida en confeti.
Al infinito, para siempre.
Ahí viviremos.
Reinventaremos
una historia fállida.


Átame


Los ríos no se cansan de buscar el mar.
Uno se vuelven todos, al final.
Zumba la abeja al cortejar la flor. En la
Mañana desierta de terciopelo.
Está tan Alta la luna, ofendida reclama su astro perdido,
Impetuosamente explora la boveda celeste.
Adivina, hostia de plata donde ha venido a parar.


Yo te tenía que encontrar.
El mar no se cansa de esperar.
Mi estrella nunca deja de brillar.
Tú me llegarás a amar.
La noche no se cansa de cambiar.
Única y tenue.
Tus pasos son mi melodía.
Quiero conocer por su nombre,
A cada uno de tus cabellos.
Destino sea mi corazón de tus destellos.
Que me encadenen tus brazos a tu vida.
Ser el dueño de tu risa.
Yo tu principio, tú mi final.

sábado, 4 de octubre de 2008

Algo queda


Era una voz,
eran unos ojos.
Eran unas manos,
una cabellera.
Una cara que no se pierde,
un rostro que no se olvida.
Un aroma que no se retira
de mi mente confundida.
En todas te encuentro repartida.
Tu suavidad,
tu dulzura.
El contorno de tu cintura...
tantas veces te encuentro,
tantas veces te pierdo.
Tantas veces presiento
tu huella imborrable.
Te hicieron a prueba del tiempo;
Te hicieron.... Inolvidable.

Vas conmigo sin tenerte.
Es triste.
Vamos y venimos por las
cuerdas estelares,
quizás cercanos miles de veces.
Y sin poder abrazarte.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Improbable



Nadie me asegura que lo haras.
Pero creere... asi me hice dueño de una luna lejana... y de mil cosas mas.
Creo en ti, estandarte de juventud.
Como hacerte saber y sobre todo hacerte sentir...
Soy dueño de un cometa que anda vagabundo por el cosmos.... pero ni como probartelo... perdi las escrituras.
Soy dueño de un arcoiris nocturno que persigue a la luna llena.... y que desaparece cuando llega el sol... y ni como probartelo.

Que soy dueño de la más bella estrella del atardecer, sí; la de la tristeza.
Que soy el Principe de un reino fantástico, disfrazado de mendigo.
Que poseo una playa pequeñita; una playa para dos.
Que soy confidente de cupido.
Que a veces no puedo ni conmigo.
Y no puedo empezar contigo.

Que soy propietario de un rebaño de unicornios, de un bosquecillo de tréboles de cuatro hojas... y no traigo conmigo ni una sola prueba.
Que mate un cíclope, un dragón y dos centauros...
¡Mirame decirte esto a mis años! Cuando tu juventud es para mi una sonora bofetada, y ya sólo me llega por contagio. Llename de ella.

...Tampoco puedes probarme cuanto te llenan mis palabras... No, no puedes. Quizás al final lograste traspasar mi armadura... mi alma dura.
Ese es un verdadero acto de amor. Me siento transformado por tan bello gesto. Transformas a este sapo en Principe. Sin un solo toque... sólo creo que lo haces, que lo haz hecho.