sábado, 3 de octubre de 2009

Flor y canto


El jardín de mi casa fue por años visitado por una pareja de colibríes que intempestivamente aparecían como por arte de magia, frente a una florecilla a beber de su néctar, sus alas susurran tiernamente mientras liba. Con la misma premura se desvanecían. Al paso del tiempo, se modificó ese espacio quitando la mayor parte de plantas y grama. Los colibriés emigraron. Quedo una solitaria varita de nardo bajo una ventana, al principio se miraba casi seca, curso el invierno estoicamente sacudida por los frios vientos matutinos, sin tiritar; luego empezó lentamente a vestirse de verde, a llenarse de diminutos capullos de nacar. Una mañana de abril un místico aroma delato diez vanidosas florecitas. Ni el sol de mayo, ni el calor infernal de junio y julio hicieron mella en los petalos blancos, a pesar de pasar horas y horas expuestas a los rayos del Sol. Ignoraba el trabajo que hay detrás; mi madre atiende a diario sus plantitas, les habla, las acaricia, las deshierba, las cuida de plagas, las riega y por eso soportan los más extremos climas. Olvidaba decir que lo que quedo de jardín, volvió a ser un pequeño paraíso, el picaflor regresó. En sus plumas verde metálico vive un arcoiris, tiene una manchita azul en el corazón; ha de tener su nidito cerca, ya que da varias vueltas en el día. Su compañera, imagino, ha de estar muy atareada cuidando polluelos.


En mi siguiente vida quiero ser todo corazón; morir en invierno cuando falten las flores y resucitar en primavera, acercarme a todo lo dulce y todo lo bello con un canto de amor en mis alas buscando un corazón. Conozco mis cumbres y mis abísmos, ahora quiero conocer el cielo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Has visto que has tocado el cielo muchas veces? ¿Y el infierno tambien? ¿Lo has visto y sentido? Cuando te enamoras aunque sea efimeramente en esos momentos tocas el cielo y el infierno cuando todo se acaba, ojala y si haya otra vida y pertenescamos sólo en el cielo.

Henry dijo...

...Este comentario, me ha dejado sin palabras. Merece un artículo su reflexión.