viernes, 23 de enero de 2009

Un nuevo comienzo




Viernes. Mi día favorito. Ya alguna vez lo había compartido contigo que los viernes me encantan. Es el inicio del fin de semana. Salir a caminar con mi nueva mascota. ¿No te había dicho? Pues si, tengo un nuevo amiguito, un cachorro pastor alemán. La foto es el día que llego a casa.

Lo encontré en una lejana veterinaria por casualidad. Se supone que yo no debería haber salido aquella tarde del pasado diciembre. Fui a buscar un jarabe maravilloso que aliviará mi amigdalitis y acabe comprando sin pensarlo dos veces un perro pequeño, triste y desnutrido, destetado a destiempo de su perra madre. Creo que él me eligió a mi al ignorarme. Mientras los demás cachorros, agitaban su rabo, éste sólo me miro, se dio la media vuelta y se hecho a dormitar dándome la espalda. Eso me agrado. Un perro aburrido de querer agradar para que lo adopten. Prácticamente se lo gané por minutos a una chica muy guapa, originaria de cuencamé. Esa noche no me dejo dormir (el perro), chillo, gimoteo dentro de una gran jaula de mi Madre que alguna vez alojo 17 canarios. Como siempre, a los pocos días dude en conservarlo o no. Siempre dudo, siempre me arrepiento cuando tomo decisiones rápidas. Soy más de pensarla veinte o treinta veces. Soy el ser humano más indeciso que puedas imaginar. Al principio he de admitir tuve que buscar un diccionario Español-Alemán, pues no sé ni jota del idioma germano.

Actualmente es un demonio de dos meses, un engendro del mal, una bestia infernal cuyo único fin es hacerme despegar el trasero del sofa y sacarme él a pasear a mi. Ya tolera la correa, porque los primeros días era todo exploración y todo mordidas. Nada se le escapa. Con la correa pataleó como mula, se tiro al piso, chilló, ladró, pero al fin, parece que acepto su condición. Al fin perro. Su pasatiempo favorito es morder la mano que le da de comer, tiene unos dientes filosos como agujas. Le compre un hueso de carnaza para que muerda, y ni caso le hizo, y me sentí de la patada cuando el muy cabrón ignoro el pinche hueso. Ahora entiendo a los padres. Lo único que quiere es que este con él, que no me despegue de su lado.


Recorremos algunos caminos antes transitados por un servidor y Lobo, el perro que está en la foto a la derecha y del que ya escribí en algunos artículos. Este nuevo cachorro no viene a llenar ningún hueco, ningún lugar. Viene a ganarse a pulso un lugarcillo propio y a todos en casa. De la primera que se ganó el corazón fue mi Madre, que lo defiende cuando lo regaño y con quien adora estar echado a sus pies.

Cuando me marcho a trabajar, lo miro como me pone su cara de perrito perdido en el boulevard y se queda sentado hasta que cierro la puerta. Al volver por la tarde, ya conoce el sonido característico de mi auto, y lo encuentro en la misma posición y en el mismo lugar, como si no se hubiera movido en todas esas horas. Yo sé que no es así, ya que siempre recibo las quejas de sus travesuras y yo tengo que enojarme. Lo educo a periodicazos. Me mira desconcertado cuando le doy un pequeño golpe. Se confunde. Pero al momento ya está pidiendo lo cargue y morderme la mano hasta quedarse dormido. Cada semana caminamos un poco más. Ya le esta tomando el sabor, y le encanta ir por delante. Poco a poco se llega lejos. Hace días fuimos a una pequeña feria que se instala cerca de casa en el estacionamiento de un centro comercial. Subimos a la rueda de la fortuna. Como eramos mi perro y yo los únicos pasajeros, pedí al operador un favor, sí podía detener la rueda cuando estuvieramos en la parte más alta, a lo que accedio de buena gana. Al estar allá arriba, le dije a mi pequeño, señalando las luces de la ciudad, "Algún día, todo esto será tuyo", el muy bobón miraba las estrellas.

Parece gustarle arrullarse con música de Chopin y el minuetto de Bizet. Le fascinan las mandarinas y las chocoretas que le da Chapy-Chapy (mi Madre). Veo que empieza a entender sin periodicazos. Quizás son figuraciones mias. No tengo prisa por que crezca. Disfruto su pequeñez. Adora pasear en coche y ladra a los extraños. Ya se siente parte de la manada. Dormimos juntos la siesta en mi cama; gozamos nuestra compañia mutua. Sabe que soy el macho Alfa... sin idea de donde está mi hembra Omega.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

sabes a mi parecer creo que una nueva mascota no viene a llenar el vacio que otra deja. El vacio que viene a llenar es el que sentimos en nuestro corazon.

Anónimo dijo...

Hola

Que bien que ya tienes ua nueva mascota, que te mantendrá distraido de esa soledad de la cual en ciertas ocasiones hablas.

No lo juzgas así?

Si yo fuera la persona que suprimiera esa soledad, sería dichosa.

Anónimo dijo...

HOLA! que bonito esta tu perro yo soy fanatica de los animales me fascinan los perros, creo que ya tenemos algo en común, no se si ya murió tu otro perro, x q m pasó lo mismo y no creo q puedas llenar el vacío q el otro dejo, pero es bueno q adoptes otra mascota, y x fa ya no le des periodicazos creo q el es mas fiel de lo q t imaginas ok bye. t admira liz

Anónimo dijo...

Hola Enrique. Sabes, hace tiempo que no te leía, solo pasaba por tu blog de rapidin; mas me fue inevitable decirte que me encanto este escrito "un nuevo comienzo" esos momentos son en los que nuestra alma trasciende.

Siempre te admirare, aunque no me gusten algunas cosas de ti, pero que importa a las personas se les acepta, no se les comprende eso seria imposible. Cuídate
Sandra P.C