martes, 19 de julio de 2011

Enemigo Intimo







León, el Guerrero amigo de la Lluvia, triunfante en mil peleas con todo tipo de contrincantes: Caballeros andantes, humanos salvajes, tribus indómitas, trolles sanguinarios, dragones feroces, monstruos de aparicencia escalofriante; había llegado a experimentar un estado de aburrimiento ante la falta de un oponente digno de su alma combativa, o al menos un buen rival que le exigiera un poco más de esfuerzo. Merced a la paz y estabilidad conseguida en la región, organizaba torneos donde participaban sus sirvientes y aldeanos. Siempre terminaba como un campeón malhumorado y frustrado ante la falta de actitud y convicción de sus rivales ficticios. Gradualmente fue perdiendo el interés en sus armas, que arrumbadas fueron perdiendo el brillo y el filo, al igual que su mirada.


Desde la torre principal Nimbus de su castillo Fortaleza Solitaria, su mirada se perdío en el horizonte, suspirando dijo, -Ojala las cosas no fueran tan fáciles, ni tan aburridas. ¿existirá en alguna parte el oponente ideal, aquel que ponga a prueba todos mis conocimientos, toda mi destreza? ¿Más aún, existira el ser capaz de vencerme en el arte del combate cuerpo a cuerpo?-.


¡Y existe!-Dijo una profunda voz a sus espaldas. Luke, su viejo sirviente, un guerrero anciano que deambulaba por todo el castillo pronunciando palabras en lenguas desconocidas. -Claro que existe tal oponente-. Su mente se había nublado desde la vez en que lo encontraron aterrado y llorando en el jardín de árboles purpúras. León lo amaba porque le recordaba la imagen de su padre.


-Sí honras a tu corazón sabrás como encontrarlo-, abrio desmesuradamente sus ojos marchitos como queriendo decir algo importante,-Yo...-



-Luke.. ¡estas descalzo, puedes caer enfermo!- cubriendolo con su capa lo tomo tiernamente de las manos para llevarlo hasta su habitación, confortandolo. Ordeno que cuidarán día y noche de él.



A los pocos días, León se encontraba en coloquio amoroso con una doncella, disfrutando de una hermosa luna llena reflejada en el lago del isne negro. Le platico de sus aventuras heroícas, ella declamo para él su linaje completo, tocó dulcemente el arpa envolviendolo en un ensueño maravilloso, de pronto un tropel rompio la magia del momento. Un joven servidor descendiendo del corcel y de rodillas, bajando la cabeza con respeto pronunció, -mi señor...Luke ha muerto- .

-¿Que? ¡Por las Barbas de Neptuno!


Solto la mano de la doncella y sin despedirse monto en el mismo caballo del sirviente. Como un relampago cruzo el bosque que separaba la comarca vecina de su reino. A zancadas subio las escaleras y llego a la pequeña habitación de Luke donde ya dos monjes realizaban sus oraciones por el anciano. Pidió lo dejarán solo con él. A solas cayó de hinojos y lloro como un chiquillo abrazando el cuerpo inerte.


Sintió como si las manos ajadas de Luke acariciaran su cabeza. Y así era, de repente el viejo se incorporó subitamente ante la mirada perpleja de León.


-¡Luke! Pense que estabas muerto....



-La muerte no existe pequeño bribón-.

-Pero he de recordarte que es la última vez que nos veremos, así que pon mucha atención, el enemigo está identificado. Finalmente se ha mostrado. Hay que reconocer el terreno para el combate. Depresiones, elevaciones, ríos, vados, grutas, peñas, árboles, matorrales. Las rutas de escape no están consideradas. No habrá escapatoria posible de tal encuentro. Vencer o morir es la consigna.


-¿De quien me hablas?


-El enemigo que tú buscas está aquí-, dijo mientras apoyaba su temblorosa mano derecha a la que le faltaban dos dedos, apuntando en el pecho del paladín. -Debes dejarlo todo si en verdad quieres enfrentarlo.


-El armero Jonio, trabaja arduamente. De magníficas aleaciones prepara dos espadas; una larga, garra de León, y una corta, Fénix liberado. Tensa un arco de cedro obscuro, Juniper, haciendo las cuerdas de visceras de dragón. Llena mi carcax con nueve flechas de punta de onix, cada una con una función específica: Kardot, Testus, Torso, Placco, Prakus, Fulgurus, Tempus, Hypnos, La daga Lengua de Fuego, forjada mil veces, será su regalo final para mi.


-Mi "escudero" está sumido en la tristeza. Siente que puede ser el final. Que quizás no volvamos a vernos nunca más. Me obsequia una tierna canción con su flauta de juncos: "Mi corazón volará como un ave por las tardes hasta el horizonte a esperarte". De sus ojos azules ruedan gruesas lagrimas. Fija en mi su mirada, me sonríe; vuelve a llorar. Mi adorada Bramble. -Recuerdo cuando la encontre vagando como sonambula en la aldea Urgla, en medio de muerte y destrucción, no tuve corazón para dejarla en medio de ese infierno. No es que sea malvisto una chica de escudero, ¡esta era una niña! Así, optó por vestirse de muchachito y evitar quedarse en el monasterio de la Montaña Susurrante a realizar las pesadas labores de limpieza y servidumbre y sabran los Dioses que más. De eso hace ya tres años. Lo recuerdo muy bien.



Una túnica blanca me es propuesta para velar las armas, prefiero la púrpura. Noche en púrpura.

¿Continuará?

No hay comentarios: