lunes, 15 de agosto de 2011

...Y Tan Largo el Olvido


Aunque el Maestro Dolor se ensaña conmigo, le pido a mi corazón quebrantado "No Te Rindas". Seco las lagrimas que nublan mi visión. Viajare ligero de equipaje; abandono por ahi los prejuicios y perjuicios contra quien camino a mi lado por un momento. Por ello ¡Gracias! Saque mi veneno. No sé si del todo. La Tristeza que nunca se marcho; me toma del brazo y posa tiernamente su cabeza en mi hombro, me acaricia el cabello y le digo: "Andemos entonces, que el camino es largo y sinuoso". Me da una sonrisita retorcida, forzosa y me susurra al oido: "No te Dejaré". Dejo al lado del camino mis alforjas cargadas de miedo, penas, celos, dudas, preocupaciones, y soberbia. Dejo también mi paraguas; si me quema el Sol, que me queme, si llueve Bienvenida la Lluvia. Por la noche contaremos astros, trazaremos nuevas constelaciones. Dibujaremos con lo obscuro del Cosmos. Colina abajo, se nos empareja la Soledad; aguardo tanto que me abraza efusivamente; me regala, al darme un beso; un dulce secreto. Los tres juntos y de común acuerdo reanudamos nuestro Peregrinaje, por la Tierra Donde Nada Es Como Aparenta. Al crepúsculo, El Turpial de un Cuento Olvidado se posa en mi hombro disponible y entona una cancioncilla que me hace llorar de nuevo. Tristeza acaricia mi oido con sus tibios labios al decirme el nombre de la canción: "Es Tan Corto El Amor... y Tan Largo el Olvido". Precipita un río salado desde mi alma. Cierro por un instante mis ojos anegados de llanto y me dejo guiar por mi Soledad y mi Tristeza. Quiero mirar hacia atrás, más no lo haré. Estoy seguro que habrá de atardecer una Noche Fresca y Bella enteramente Mía. Eternamente Fría.

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