miércoles, 5 de agosto de 2009

Plaza de Armas




Esta pregunta me asalta a veces más allá de la media noche. Este en casa mirando caricaturas viejas o en un oxxo intentando tomarme un cafe; no lo acostumbro. ¿Que busco? ¿El sueño en las calles? ¿La soledad en mi cuarto? ¿Un camino extraviado? ¿Amistad? ...esta última me la da mi perro.


Me encanta la ciudad por la noche; sin tanta gente. Cuando es aún temprano, puedo intentar caer en algúna cafetería o entrar a alguna iglesia vacía. Caminar sobre los mismos pasos que dí con alguien más por las avenidas principales de la ciudad. A veces hasta repito los dialogos, es hasta cierto punto divertido cuando hago las lineas de ellas. Ja. Luego me enciendo un cigarro y dejo los fantasmas en la esquina de las fotos viejas platicando, solos sin mi.


El epicentro de tantas experiencias lo constituye la Plaza de Armas. Ahí he conocido a algunas y desconocido a otras. Ahí me he sentado desde que era un niño, estoy fotografiado en sus jardines, en sus antiguas fuentes enormes que algún imbecil gobernante mando demoler. Una falta de respeto para nuestros recuerdos. Ahí he alimentado a las palomas muy temprano en las mañanas de los jueves santos desde hace 5 años con semilla de arroz que compro en la jarciería del multifamiliar. Indirectamente soy responsable de que estas aves ensucien la Catedral con su guano. Ja.... Se necesita estar mal de la cabeza para pensar en lo negativo de seres tan sutiles y que son quienes verdaderamente embellecen nuestro pedazo de cielo.


En ese lugar centrico de la ciudad he degustado helados de vainilla, solo y acompañado. Recuerdo la vez que estando con una chica pasó otra con la que estaba saliendo también y me hice pendejo, volteando a ver el reloj de Catedral cuando se me quedo mirando con ojos de cuchillo recién afilado en esmeril de piedra. La vez que camine con una bella dama mayor que yo tomados de la mano, como novios, banca por banca, hasta que me invito a Sanbourns a cenar como esposos y de ahí a hacer el amor; como amantes. Y fue bello... Otra ocasión que comí hamburguesa con una chica burguesa, sentados en el respaldo de una banca junto al telefóno público a las 2 de la mañana el día de su cumpleaños. Todo eso lo recuerdo y me sonrío, ahora sentado solo en el filo de la banqueta frente a los bancos y la noche, detenida, siendo mi complice, un perrillo callejero llega a hacerme la corte, le compro un hot dog y quisiera llevarmelo, pero el que tengo en casa es incapaz y con él basta. Lanzo una moneda a la fuente de los deseos y me largo. Cada banca una historia.


Volver al auto, estacionado frente a la plaza. Elegir una canción para despegar. Lo que si ya no hago es pasar por frente a la casa de ninguna. Me conformo con saber que vivieron aquí, en la misma ciudad, en la misma época y que quizás un mismo cielo estrellado nos cobija todavía. El rumor, la voz de la ciudad se hace presente.


Cuando es más temprano, atiendo la invitación de los boleros de calzado de la plaza. Un hermoso ritual. No me gusta que intenten conversar, no pago por eso. Miro a la gente pasar, si viene alguien conocido, levanto el periodico fingiendo leer, para que no me vean, para que no me molesten. Despúes de todo, el tiempo que dedico para mi, es sagrado. Me bajo del sillin pensando que ha de ser padre vivir en el campo en una cabaña.


Estar ahí, me equilibra, me reconcilia conmigo mismo. ¿Los nombres de ellas? Fue lo primero que olvide.


Y si aún hay sol, y es un día libre, encuentro el sueño; no estoy ahí. Todo fue tan fugaz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

H o l a !!

Tal vez un dia nos encontremos, no lo crees asi.

LIS dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Nuestra plaza cuantas historias contaria, muchas personas tenemos nuestra historia en ella.