Queme anoche el dibujo que hice de tu faz.
Retorcí el eco de tu voz en mis entrañas.
Deslave mil veces la geografía de tu cara.
Recorde cada beso con lujo de detalle.
Te rehice una y otra vez,
hasta que fueras distinta a lo que odio.
Hasta que fueras cercana a lo que amo.
Difumine tus pómulos; realce la luz de tu mirada.
Te rediseñe el cabello; la caída de un fleco.
Un lunar que junto a tu boca rosa no llevas.
Lo hice todo a oscuras.
Quedaste diferente; ya no te pareces, lo sé...
Le prendí fuego hasta volverlo cenizas.
Me hice un té negro con ellas.
Ojala te doliera a ti también el corazón
como a mi esta mañana el estomago.
(Lo que te dije antes de quemar tu imagen)
Te eleve a mi altar, para maldecirte;
para escupirte mis besos.
Te baje de él para adorarte.
Te proclame Mi Diosa, más non Sancta...
...Tal como eres.
Si fueras la más perdida entre las perdidas
La más pecadora entre las pecadoras;
dueña del alma más retorcida, yo te amaría...
Como te Amo,
presintiendote aprendiz de Lilith,
alumna de Medusa.
Dejame golpearte con una caricia, una tarde.
Sodomizarte; una noche
Esclavizarte; una vida.
Quiero que me llames Dueño.
Quiero que me nombres Amo.
No tengo falsos pudores en invertir los roles,
y llamarte mi Dueña, Mi Ama
y ser tu perro,
tu conejillo de Indias
para caricias nuevas.
Reproducir en el alma la imagen suprema a cada instante.
Dibujarte con agua, verte entre las nubes, en los restos del café, en la hojas agitadas por el viento, en el mar de gente; cosa cotidiana. Y me siento deveras feliz, tránquilo que hasta silbo y me permito sonreír como cuando acabo de darme un baño caliente, por haberte encontrado otra vez, en el nuevo rostro que te dí.