
Me gusta querer a la gente que quiero. Me gusta estar, de vez en cuando, con esas personas. No siempre. Me gusta amar a las pocas personas que amo, mi gente favorita; siempre. Pensar en ellos y saber que piensan en mi. Hay también algunas personas, muy pocas, que quiero, amo y nunca dejo de pensar en ellas, aquí sí que las cuento con una mano y me sobran dedos. Cuando una de esas contadas personas piensa en mi y me lo dice, me causa una felicidad inmensa e inesperada.
Me gusta dejarme querer de algunas otras personas ocasionales que tengan algo que admirarles. Sin llegar yo a quererles. Al fin y al cabo, por el cariño no se puede pedir cariño de regreso. Alguien dijo que hay muchas personas que me quieren; es que en verdad no me conocen y no pienso darme a conocer. Quien me conoce, me quiere en verdad por que me muestro tal como soy en verdad. Mi círculo inmediato es pequeño. Mi estado mayor son: Mis padres mi hermano, mi sobrino y mi perro y hay por ahí alguien más. Hay gente que nunca me vera. Veran sólo una fachada. Mi ternura no es para cualquiera. Con los demás soy un perro canalla, un desalmado, un egolatra, un mamón, un egoísta y no me im-por-ta. ¿Odiar? No gracias. Odiar es ya un sentimiento, e ignorar es retelindo. Conocerse es Amar. No me apetece conocer a nadie más. Es tan hermoso poder elegir.