
Después de la celebración viene la resaca ¿no? Cae la noche y ahora tocó el otro extremo de mis estados de ánimo. Se siente raro. Pero es algo que me pasa muy seguido; vivir las dos caras de la moneda en el mismo día. ¿Que más puede esperarse del trajín y de los trajinantes? Nada. Mi fiesta no es para ningún salon. No me acoplo fácilmente. En realidad, nunca me integro a nada ni a nadie. He intentado integrarme, ser parte, participar de distintos grupos, asociaciones, y no lo logre. No pertenezco nunca jamás a ninguna parte. Es triste ¿Sabes? No hallar mi lugar, si es que lo hay. Creo que no lo habrá. De repente quiero huir de todo. Organizar un plan de fuga de esta cárcel donde ganan los cobardes y deshonestos y pierde siempre la gente buena. No es que yo me considere una buena persona, para nada, pero he tenido mis momentos en que quise ser un corderito y no un cabrón bien hecho. Todo lo que tuve, todo lo bueno que alguna vez fuí, no sé ni como lo perdí. Buscar pretextos o culpables, ¿Ya para que? Sólo debo mirarme al espejo. Estoy hueco. No admití nada ni a nadie en mi vida y esta se me va, se me resbala de las manos, como todo lo que perdí, como todo lo que nunca fui. Sólo una estrellita que alcance se quedará con mi corazón negro, para siempre, sin quererlo; la que se deshizo en mis manos al tacto de mis besos....
Y no hay ninguna persona oportuna con quien desahogarme. Este mundo es un juego malvado, un juego arreglado, una jugarreta cruel y vil, ya no quiero ser parte de su grotesca puesta en escena. ¿Donde firmo para renunciar? Andaré un poco por ahí mi niña. Procurare no perderme más, ni permitir que el tambor de mi corazón despierte ni un solo misterio más por hermoso que sea. Como dicen los soldados malheridos en combate: "Quiero irme a casa".