miércoles, 21 de julio de 2010

Chapi-Chapi 1935-2010




Fallecio mi Madre... El mundo, la vida, mis actividades, todas las cosas ya no son iguales; ya no sabe la vida así de esta manera. La casa parece inmensa sin ella. Su ropa aún conserva su aroma, su habitación esta como ella la dejo. Y lo que me queda de corazón está hecho pedazos. Mi cerebro es un caos. Mi vida una veleta sin rumbo.

Su ausencia crece cada día. ¿Seguir o claudicar? Es la pregunta dominante que me hago cada noche. Tirar la toalla definitivamente y ver que pasa. O seguir y ver hasta donde puedo llegar. Pero siento que ya no puedo. Las ganas de vivir se agotan. Uno de los dos seres que me amaban tal como soy se ha ido para siempre. El otro ser, mi Padre, está enfermo. Y ya no sé que sigue... No sé cuando parará este huracán que ha devastado todo en nuestro pequeño hogar. No tengo fuerzas ni para reclamar.

Madre:
Quiero decirte que riego tus plantas para aparentar que sigues en casa. Que no regalaré tu ropa, como me lo han pedido, hasta el día que pierda tu aroma. Que llevo al cuello el regalo que me diste. Que para mi no estas muerta; que te sueño cada noche y te abrazo y me sorprendo y quiero llevarte con toda la gente y decirles: Miren, no está muerta.

Mi Mariposa... Estás más viva que nunca. No he tenido tiempo de llorarte, de desahogarme, de perderme por un momento en mi dolor. "Todo tiene remedio, menos la muerte", me decías en vida. Y quizás sea la única solución, la verdadera respuesta.

Quiero decirte que mi voz se mudo a la cima de una montaña para nombrarte en las mañanas, porque lo que me queda de voz no puedo llamarla como tal. Que mi corazón te busca cada atardecer por los caminos que recorrimos juntos, que te busco en la profundidad del cielo a media noche; dime en que estrella moras Chapi-Chapi. Que quiero hacerme el fuerte, si por dentro estoy llorando sin verter lagrimas por mis ojos.

Quiero decirte que tu niño grande se fue contigo, que tuve que volverme adulto aquella mañana de junio, cuando las fuerzas te abandonaron y me dijiste: "Hijo, ya no te veo". Fueron tus últimas palabras. Tu corazón se detuvo finalmente. Estuve contigo hasta el final. Era el principio de tu ausencia. Una parte de mi corazón estaba alegre, pero no se lo dije a nadie, alegre como cuando un ave hermosa sale de su cautiverio. Y te brotaron alas como a las mariposas y Dios o como se llame no quiso verte sufrir más, tu agonía fue breve, pero intensa. Sostuviste una pelea callejera, un agarron a navajazo limpio con la muerte. Al cabo de cinco horas, dejaste tus enfermedades y triunfaste sobre la misma muerte, porque esa palabra no cabe en tu nueva Vida. Y sigues conmigo, en mis sueños, en nuestra comunicación especial con tus señales, en cada Mariposa que cruza mi mirada, ahí te veo, esa es tu señal para mi; hacerme saber que estas bien, que estas viva.

Ahora debo ser mejor, pues ya me miras, tu cuerpo ya no te estorba y vas conmigo a todas partes; siento tus manos frescas en mis sienes, tu calido abrazo cuando estoy cansado. Ahora ya lo sabes todo Madre. Es ahora que por fin nos comprendemos.

"El día que nos toque partir, el corazón de nuestros seres queridos que se nos adelantaron saldrá al encuentro y cuantos besos y abrazos no se darán", escribiste una vez en tus pequeñas notitas que me dejabas en mi cuarto. Tantas notitas y recaditos hermosos como aquel que dejaste en uno de mis libros y que recién despúes de tu funeral encontré y dice: "Mi Niño grande te quiero mucho, mucho, mi Enrique" . Esos pequeños escritos tuyos son ahora mi mayor tesoro.

El eco de los pasos de tu infancia descalza, irán conmigo para Siempre. Las lagrimas de tu niñez huerfana de Padre, me dolerán eternamente. Tu última mirada, tus últimas palabras. Nuestro último abrazo...

Si algo tengo de escribir te lo debo a ti. Tú me inculcaste el hábito de la lectura. Había dicho que no volvería a escribir, y no retomo el blog por mera provocación, es el dolor que me rebasa y es la única manera de atenuarlo un poco. También había dicho que no iba a volver a fumar... pero ya ves.

Te fuiste por un camino de flores, como siempre fue en vida tu vida, llena de rosas, gardenias, dalias, azucenas, margaritas, crisantemos, alcatraces, amor de un rato, siemprevivas y pensamientos. Y te pienso, y te extraño a cada paso. Haré lo que me decias cuando me iba a la Radio: "¡Triunfa Hijo!".

Envíame un rayito de tu luz que me ayude a salir de esta oscuridad. Mariposa que acompañas mi Soledad, mandaste a la banca a mi ángel de la guarda. Chapi-Chapi, así nos llamabamos el uno al otro, Chapi-Chapi.. Gracias por tanto Amor, fue un honor ser tu hijo; tu niño grande. Somos Uno otra vez.